¿Ilusión?



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- ¿Y qué tal te va con Rocío?

- Pues la verdad es que bastante bien. Después del bache que tuvimos hace un par de meses ya ha vuelto todo a la normalidad. Temporadas que pasan, ya sabes.

- Sí, claro.

-Y ¿tú qué tal? Me dijiste que conociste a una chica, ¿no?

- Sí, hace un par de semanas. Pues muy bien, todavía estamos conociéndonos pero la verdad es que me encuentro muy a gusto con ella.

- ¿Cómo se llama?

- María.

- Es verdad. También era jovencita, creo que me dijiste...

- Pues sí, 21.

- Chico, como te lo montas. Siempre con jovencitas. ¿Qué les haces? ¿Enseñarles lo que es un hombre de verdad o qué? ja, ja

- Ja, ja. No, no. Para nada. De hecho te sorprenderías lo que saben las chicas de esa edad. A su edad yo apenas sabía nada del mundo y las chicas con las que he estado parece que se lo van a comer.

- Eso es porque precisamente ellas tampoco saben nada del mundo. En el fondo creen que saben lo que quieren, pero luego se encuentran problemas, les entran las dudas y las inseguridades propias de la edad florecen. Las de nuestra edad tienen las cosas más claras.

- Sí, eso por supuesto. Ellas tienen las cosas mucho más claras a nuestra edad, y eso es bueno, pero esa seguridad también les limita para arriesgarse, para implicarse en cosas nuevas. No se ilusionan con tanta facilidad de algo nuevo si está fuera de sus planes, cosa que no pasa con las más jóvenes. Ellas descubren algo nuevo, conocen a alguien, y se ilusionan esperando encontrar algo que les sorprenda. Las de nuestra edad piensan que ya han visto todo en cuanto a relaciones. Esa falta de experiencia, de sabiduría te dirá alguna, es buena. De hecho es lo que me gusta de ellas.

- Justo lo que yo decía. Que saber es poder, y tú te aprovechas de ellas.

- Ja, ja. Que no, que no. Lo que pasa es que el otro día me di cuenta que realmente es eso lo que me gusta.

- Entonces no es por esos cuerpecitos delgaditos y esas carnes firmes.

- Ja, ja. No, no. Aunque eso ayuda, no lo voy a negar. Lo que pasa es que fui consciente de que en realidad el motivo por el que me gustan las chicas más jóvenes que yo es porque todavía creen en el amor. Apenas encuentras mujeres de nuestra edad que lo hagan. La mayoría ya están desencantadas en lo que a relaciones se refiere. Se las toman con más distancia. Tienen experiencia y saben que el amor duele. Que puede doler de verdad. Y cuando estás con una de ellas uno ya no sabe si está de paso o si realmente tienes opciones de quedarte.

- Bueno, creo que estás generalizando.

- Claro que generalizo, pero está más extendido de lo que piensas. Rara vez encuentro a chicas de nuestra generación que se muestren realmente implicadas a la primera de cambio. Hasta que se comprometen pueden pasar meses.

- Pero yo creo que es al contrario, cuando mayor se hacen más pronto tienen ganas de un compromiso serio. Alguien de 20 años rara vez piensa en casarse al año o dos años de una relación. Mientras que en una mujer mayor es más habitual.

- Puede ser, a partir de cierta edad puede ser. Pero gente que está en la treintena como nosotros, no. No son ni tan mayores como para buscar el compromiso por miedo a envejecer solas ni tan jóvenes para creer en el amor ideal que tenían en la adolescencia.

- Bueno, pero eso nos ha pasado a todos. Tú tampoco eres el idealista romántico que eras con quince años. ¿O pretendes decir que tú sí crees en el amor?

- Claro que todos cambiamos. Pero yo creo que las mujeres tienen más capacidad de cambio. Los hombres no cambiamos tanto con la edad. El tío que nunca ha sido un romántico no lo va a ser con 30 o 40 años, y el romántico lo va a acabar siendo con 50 o 60. Y aunque cambie, creo que lo hará de una forma más gradual que una mujer. Ellas cambian; con el tiempo, maduran, ganan experiencia con más rapidez que nosotros. Por eso generalmente en las parejas el hombre suele ser mayor que la mujer.

- Entonces con ese argumento tu madurez se ha quedado en los 20, ¿no? ja, ja

- Pues en lo que es el romanticismo creo que sí, aún estoy en esa fase. Ya llevo un camino recorrido para darme cuenta que las relaciones no son un camino de rosas pero todavía creo en cierta utopía de un amor, no digo eterno, o duradero, pero al menos sí profundo, que cale de verdad. Y eso ahora lo encuentro en las miradas de las chicas jóvenes, no en las tías de mi edad.

- En la mirada, sí, claro. Jaja, ya será en otra cosa.

- Ja, ja. Que no, cabrón. Las chicas jóvenes tienen esa ilusión en la mirada cuando empiezan una relación que no tienen las treinteañeras. No son las posibles tetas caídas, la celulitis o la barriguita, lo que me echa atrás de las chicas de mi edad es la mirada. Una mirada que te dice que ya ha vivido mucho y que no eres especial. Eso es lo que me mata la lívido, la falta de verdadera ilusión.

- Espero que no se enteren éstas de lo que piensas, porque se te van a echar encima.

- Ja, ja. A ver, que como digo es una generalización. Todavía hay chicas que conservan la ilusión. Yo diría que aquellas que han tenido pocas relaciones o muy largas en su conjunto. Pero por estadística son menos que las de veinte años.

- Hombre, claro.

- Pues eso digo.

- Yo en el fondo creo que a los hombres nos gusta sentirnos admirados, y las mujeres de nuestra edad ya no nos admiran porque nos conocen demasiado bien.

- Pues también puede ser así. Pero el problema ahí está en que generalizan, no todos los tíos somos como los cabrones de sus ex.

- Entonces el problema es que generalizan como tú.

- Ja, ja, pues va a ser que sí.

- Oye, ¿pillamos otro cerveza o qué?

- Sí, ¿por qué no?
Diálogos que a uno se le ocurren mientras está tumbado en la playa...


La foto es mía y la preciosa mirada, de Alba Gallego.



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