2010-2019: Una década de cine de animación

Tras hablar del rentable cine de terror voy a dar un repaso a uno de los géneros más taquilleros de la década: la animación. Ese género, que gracias a su capacidad de llevar a una sala de cine a las familias al completo y de contentar al público de todas las edades, consigue llenar las arcas de las productoras con facilidad. Sin embargo, este recorrido no se centrará únicamente en el cine de las grandes productoras de Hollywood, sino que también se comentarán películas independientes, anime y producciones de otras latitudes que enriquecen este interesantísimo género capaz de llevarnos al infinito y más allá. 


El imperio del ratón

Si hablamos de cine de animación es obligatorio empezar por Disney, que lleva dominando el género desde que estrenó Blancanieves y los siete enanitos (1937). Desde entonces su impacto en la cultura popular ha sido constante ya que, pese a que ha tenido épocas en las que no ha brillado tanto, ha alimentando la imaginación de niños de todas las generaciones

Casualmente los títulos que anteceden a la década que vamos a analizar no son los más populares entre el público, ya que ninguno se ha convertido en uno de sus grandes clásicos, y solamente El emperador y sus locuras (2000)Lilo & Stitch (2002) mantienen cierta popularidad como parte del legado de Disney años después.

El bajón que sufrió la compañía a principios de siglo se agudizó debido a los éxitos que acumulaban sus competidoras Dreamworks o Blue Sky Studios, que con las sagas de Shrek y Ice Age supieron aprovechar la creciente popularidad que alcanzó el cine de animación en 3D durante esos años. Así que tras comprar en 2006 a Pixar, la productora que revolucionó el cine de animación 3D con Toy Story (1995), y después del batacazo en taquilla que se pegó a principios de la década con Winnie the Pooh (2011), Disney dio carpetazo en 2013 a su departamento de animación tradicional.
Además del batacazo de su última película realizada en 2D, el cambio en su estrategia comercial también estuvo motivada por los signos de recuperación que mostró la compañía tras el estreno de Enredados (2010). La adaptación del cuento de los hermanos Grimm convirtió a Rapunzel en la primera princesa Disney animada por ordenador, pero todavía mostraba a una empresa incapaz de ponerse a la altura de las historias originales de Pixar, y más cuando se estrenó Marte necesita madres (2011), una película de animación por captura de movimiento que se convirtió en unos de los mayores  fracasos de Disney y que fuera de Estados Unidos salió directamente en DVD.

Esa sensación se disipó levemente con ¡Rompe Ralph! (2012), donde dejaban a un lado sus adaptaciones de cuentos tradicionales para llevar a la gran pantalla una historia basada en el mundo de los videojuegos y empezaban a demostrar que la compañía realmente se estaba modernizando.

Pero cuando parecía que Disney intentaría cambiar el rumbo de sus historias para competir con sus competidoras dio el campanazo con lo que mejor saben hacer: un musical con princesa de por medio. Frozen. El reino del hielo (2013) consiguió llevar a Elsa un paso más allá en la actualización del estereotipo femenino de lo que había hecho Rapunzel, y lo hizo cargado de una ración de melodías que han quedado marcadas en el imaginario colectivo. Acabó siendo la película más taquillera entre todas las estrenadas en el 2013 y devolvió a la casa del ratón a los buenos tiempos.

Una vez recuperado el pulso a la taquilla estrenaron un par de películas que confirmaron que Disney volvía a estar a la altura de sus competidoras, tanto en taquilla como en el tipo de historias que contaban. La primera de ella fue una adaptación de Marvel, Big Hero 6 (2014), donde un entrañable robot se hacía dueño de la película, y la segunda Zootrópolis (2016), una divertida película de misterio protagonizada por animales.

Posteriormente volverían a las princesas Disney con Vaiana (2016) y un par de años después estrenarían Ralph rompe Internet (2018), una de las pocas secuelas de los clásicos de Disney que ha sido estrenada en cines, ya que habitualmente iban directas al mercado doméstico. De hecho, hasta ese momento, en toda la historia de la compañía solo se habían estrenado en cines dos largometrajes que fueran continuaciones de trabajos previos — Los Rescatadores en Cangurolandia (1990) y Fantasía 2000 (1999) — y de la última habían pasado casi 20 años. Pero como estamos en la década de las secuelas no esperarían tanto para estrenar la siguiente, sino que tan solo un año después llegaría a las salas Frozen II (2019), que volvió a ser otro éxito.

A pesar de que el despertar de Disney ha sido sonado con Frozen, es su subsidiaria Pixar la que ha seguido entregando los títulos más destacados de los dos últimos lustros. Aunque también hay que remarcar que tras una trayectoria intachable en la que solo el borrón de Cars (2006) bajaba el nivel de sus películas, Pixar ha empezado a dar muestras en algún momento de cierto estancamiento. No hay otra forma para definir el hecho de que una compañía que define su filosofía en la producción de películas originales haya estrenado más secuelas que historias inéditas — 7 frente a 4— en diez años.

Y con eso no quiero decir que una secuela sea mala per se, ya que Toy Story 3 (2010) es considerara como una de las mejores películas de la compañía y Monstruos University (2013), Buscando a Dory  (2016), Los Increíbles 2 (2018) y Toy Story 4 (2019) están a la altura de sus producciones; pero que la venta de merchandising haya pesado más en la realización de Cars 2 (2011) y Cars 3 (2017) que su interés en contar una historia de calidad no ha beneficiado a la imagen de Pixar. Si a eso se le suma que estos años estrenaron dos de sus películas inéditas más olvidables, El viaje de Arlo (2015), que mucha gente no sería capaz ni de reconocerla como obra de la compañía, y Brave (Indomable) (2012), que parece más propia de Disney que de Pixar, el balance no pinta tan positivo como a los cinéfilos les gustaría.

Pero para redimirse Pixar volvíó a estrenar un par de maravillas esta década: Del revés (Inside Out) (2015), una ingeniosa historia que muestra la complejidad de las emociones de una niña que empieza a madurar, y Coco (2017), una emotiva historia sobre la pérdida de los seres queridos ambientada en la tradición mexicana del Día de Muertos, que pese a llegar años después de una película muy similar, El libro de la vida (2014), demostró que cuando el estudio quiere, está muy por encima de sus competidoras.


En busca de la aventura

Si Pixar son unos expertos en llegar al corazón de los espectadores y Disney tiene dominado la creación de musicales con personajes femeninos icónicos, posiblemente el fuerte de Dreamworks sea la comedia de aventuras. Tras crear una de las películas más icónicas del cine de animación en 3D con Shrek (2001) la compañía ha tenido durante esta década un título que se puede escribir con letras de oro dentro del cine de animación: Cómo entrenar a tu dragón (2010). Esta historia ambientada en una isla vikinga donde los dragones son el enemigo a batir hizo disfrutar tanto a los más pequeños de la casa como a sus padres gracias tanto a la construcción de una aventura clásica que funciona como un reloj como a un sensacional diseño de escenarios y personajes que se convirtieron en una presencia constante en las mochilas de los niños.
Esta película dio pie a dos aventuras más —Cómo entrenar a tu dragón 2 (2014) y Cómo entrenar a tu dragón 3 (2019)—  que ampliaron su mundo manteniendo un nivel considerable alto, algo que no siempre ocurre en la empresa fundada por Steven Spielberg, Jeffrey Katzenberg y David Geffen. Y es que la productora suele alargar las franquicias con la intención de exprimir la gallina de los huevos de oro al máximo, algo no siempre compatible con las necesidades narrativas de sus mundos. Así, durante la década se siguió facturando secuelas de la franquicia protagonizada por el simpático ogro verde —Shrek 4 (2010)— a la vez que se ampliaba la saga con un spin-off —El gato con botas (2011)—; se realizaron dos secuelas del simpático oso panda karateka en Kung Fu Panda 2 (2011) y Kung Fu Panda 3 (2016) y continuaron alargando la historia de los animales que escaparon de un zoo de Nueva York con Madagascar 3: De marcha por Europa (2012) y Los pingüinos de Madagascar (2014).

La misma productora también tuvo éxito considerable con otra aventura cómica centrada en la prehistoria llamada Los Croods. Una aventura prehistórica (2013) —que también tuvo su secuela en 2020—, pero se pegó un batacazo con Abominable (2019), donde una joven china se encuentra con un Yeti por las calles de Shanghai. Y es que la idea de utilizar a un homínido como protagonista ya había sido usado poco antes por dos producciones similares, la primera fue Smallfoot (2018) donde un grupo de big foots se encuentran por primera vez un humano y la segunda Mr. Link. El origen perdido (2019), donde un aventurero ayuda a otra criatura similar a encontrar a sus semejantes en la otra parte del mundo.

A los más avispados las aventuras de los Croods les podrían recordar a la aventura prehistórica que supuso la primera producción de Blue Sky Studios, La edad de hielo (Ice Age) (2002), donde en lugar de hombres de las cavernas los protagonistas eran un mamut, un perezoso y un tigre. El director de aquella cinta dirigió otra aventura para el mismo estudio, Epic. El mundo secreto (2013), que no consiguió el éxito de su primera película, que continúo esta década con Ice Age 4: La formación de los continentes (2012) y Ice Age: El gran cataclismo (2016) y sirve de ejemplo perfecto para ver cómo las películas protagonizadas por animales antropomorfos siguen siendo una de las constantes en el cine de animación de los grandes estudios.


Qué animales más animados

Entre nuestras criaturas protagonistas estos años se han podido a ver unos guacamayos durante las fiestas más populares de Brasil en Río (2011) y Río 2 (2014), a un caracol que quiere ganar las 500 millas de Indianápolis en Turbo (2013), a las aves encargadas de traer los niños al mundo en Cigüeñas (2016), a un novillo que no quiere participar en una corrida de toros madrileña en Ferdinand (2017), a un burro que acompaña a José y María en su camino a Belén en Se armó el belén (2017) o a una paloma que previamente había sido un espía en Espías con disfraz (2019). También hemos tenido a una gran cantidad de animales de compañía perdidos en la gran ciudad en Mascotas (2016) y Mascotas 2 (2019) así como a otra gran variedad de seres de 2 y 4 patas dispuestos a ganar un concurso de canto en ¡Canta! (2016).

Muchos de estos animales, gracias a los avances de las técnicas de animación en 3D, se han incorporado como protagonistas en películas en las que se combinan con imágenes reales. Ya hablé en su día sobre los remakes en imagen real que Disney ha realizado de sus grandes clásicos, aunque muchos de ellos más que de imagen real se podría decir que son de animación fotorrealista como todos los animales que salen en El rey león (2019), El libro de la selva (2016), Christopher Robin (2018), Dumbo (2019) o La Dama y el Vagabundo (2019)

Pero Disney no ha sido la única que ha aprovechado estos avances para añadir a famosos protagonistas animados en películas infantiles. El comilón oso de Hanna-Barbera llegó a la gran pantalla con El oso Yogui (2010), en 2013 volvieron las revoltosas ardillas en Alvin y las ardillas 3 (2013),  la pegadiza risa del pájaro carpintero fue llevada al cine en El Pájaro Loco: La película (2017) y fantásticas criaturas del fondo del mar se pudieron ver en Bob Esponja: Un héroe fuera del agua (2015).
También llegaron a los cines otros personajes menos conocidos como los conejos de Hop, rebelde sin Pascua (2011) y Peter Rabbit (2018), pero sin duda el que robó corazones de los niños y críticos de todo el mundo fue un pequeño oso nacido en la selva peruana que acaba viviendo divertidas aventuras en Londres. Paddington (2014)Paddington 2 (2017) son las adaptaciones de una serie de libros infantiles muy famosos en Reino Unido que habían sido convertido en series en los años 70 y 90 pero que en pleno siglo XXI eran poco conocidos fuera de sus fronteras. Las adaptaciones al cine solucionaron en parte ese problema debido al considerable éxito que tuvo en todo el mundo, sobre todo gracias a la gran recepción que tuvo su segunda parte, que se ha convertido en una de esas pocas películas que consigue un 100% de aprobación en Rotten Tomatoes.


Readaptando viejos éxitos

Entre los adorables animales que toman vida en el cine de animación ya hemos mencionado varios personajes famosos, pero evidentemente no son los únicos que han pasado al 3D en películas infantiles. Llevar al cine personajes ya populares les asegura a las productoras un interés del público que las nuevas historias no garantizan y de paso les facilita las labores de marketing. Un buen ejemplo serían esos diminutos seres azules que nos han acompañado desde que vieran la luz en 1958 y que tuvieron su momento de oro en la televisión en los años 80 de la mano de Hanna-Barbera. Me refiero, como no podía ser de otra manera, a los pitufos, que primero tuvieron dos películas en imagen real con el popular Neil Patrick Harris como Gargamel —Los pitufos (2011) y Los pitufos 2 (2013)— y posteriormente una versión totalmente animada: Los pitufos: La aldea escondida (2017).

También en versión 100% animada llegarían al cine dos niños con sus respectivos canes en Las aventuras de Peabody y Sherman (2014) y Carlitos y Snoopy: La película de Peanuts (2015). En la primera de estas cintas, basada en unos populares personajes de la televisión norteamericana de los años 50, un inteligente perro adopta a un niño y lo lleva en un divertido viaje a través del tiempo, y en la segunda, la famosa tira cómica es trasladada al cine manteniendo el espíritu de sus fantasiosos personajes.

De la misma época son los cuentos infantiles escritos por el Dr. Seuss, toda una eminencia en la literatura infantil en Estados Unidos y cuyo mayor exponente es un monstruo verde que odia la navidad y que tuvo su adaptación en dibujos animados en El Grinch (2018). Sin embargo, la película doblada por el carismático Benedict Cumberbatch no es la única película adaptada de un cuento del galardonado con el premio Pulitzer, ya que unos años antes se estrenó Lorax. En busca de la trúfula perdida (2012), una colorida cinta que fue bien taquilla pero no entusiasmo a los espectadores.

Un poco peor le fue en taquilla a la familia televisiva más terrorífica de los años 60, que volvió en el siglo XXI en formato 3D con La familia Addams (2019). Lo curioso es que esta famosa familia formada por diversos monstruos parece una clara inspiración para la exitosa Hotel Transilvania (2012), primera película dirigida por Genndy Tartakovsky, reconocido director de series de animación como El laboratorio de DexterLas SupernenasSamurai Jack, Star Wars: Las Guerras ClonPrimal, que ha conseguido que cada una de sus secuelas —Hotel Transilvania 2 (2015) y Hotel Transilvania 3: Unas vacaciones monstruosas (2018)— sea más exitosa que la anterior.

Mucho menos populares son los orígenes literarios de El bebé jefazo (2017) y HOME. Hogar dulce hogar (2015), adaptación de un cómic y un libro respectivamente, que triunfaron tanto entre los pequeños de la casa que dieron lugar a sendas series de animación. También contó con serie de televisión, a pesar de no triunfar tanto en taquilla, Capitán Calzoncillos, su primer peliculón (2017), que era una adaptación de un cómic infantil donde un par de niños hacían creer a su director que era un superhéroe.


Héroes y villanos

Ya ha aparecido la palabra clave de la década: superhéroes. Como no podía ser de otra manera, además del Capitán Calzoncillos otros superhéroes nos han llegado a la pantalla de forma animada. Podría meterme en las decenas de películas que forman parte de los universos animados de Marvel y DC, que tienen películas tan estimables como Batman: El regreso del Caballero Oscuro, Parte 1 (2012)Batman: El regreso del Caballero Oscuro, Parte 2 (2013), pero como abarcar todas las películas que salen en DVD y televisión harían este texto demasiado extenso, me voy a centrar únicamente en las películas del género estrenadas en cines.
Curiosamente, pese a la gran cantidad de películas de superhéroes que han generado las dos editoriales más importantes del mundo del cómic, solamente dos películas animadas se han estrenados en cine. La primera es la ya mencionada Big Hero 6 y la segunda es esa maravilla llamada Spider-Man: Un nuevo universo (2018). La película, que se aleja del canónico Peter Parker para centrarse en Miles Morales, no solo rompe con la imagen que el público tenía del superhéroe arácnido, sino que combina con maestría multitud de técnicas de animación y estilos para dar forma a una de las mejores adaptaciones de  un personaje de cómic hechas nunca.

Aunque los héroes como Spider-man son los que se suelen llevar toda la atención en las cintas de superhéroes, son dos villanos los que protagonizan algunas de las principales películas de animación del género estos años. El primero es Megamind (2010), una divertida sátira donde un extraterrestre que desde que llega a la tierra tiene como objetivo acabar con el superhéroe de turno y que cuando cumple su objetivo se arrepiente. El segundo es Gru, mi villano favorito (2010), un malvado que utiliza a tres pequeñas huérfanas para conseguir robar la luna y que tiene a unos pequeños siervos amarillos que le roban la función, los minions. Estos no solo ganarían protagonismo en Gru 2. Mi villano favorito (2013) y Gru 3. Mi villano favorito (2017), sino que tuvieron su propia película Los Minions (2015) que fue más taquillera que cualquiera de las películas protagonizadas por su amo.

Y aunque no sean superhéroes es evidente que Los vengadores (2012) es una clara referencia de El origen de los guardianes (2012), donde en lugar de tener a Iron-Man, Hulk o Thor luchando contra Thanos se presenta a Papá Noel, el conejo de Pascua, Sandman, Jack Frost y el hada de los dientes formando un equipo para luchar contra el Coco en una interesante película que aunque no lo hizo mal en taquilla, funcionó peor de lo que el estudio esperaba.


A vender juguetes

Reconozco que he mentido unas líneas arriba cuando he dicho que solo dos películas de animación del universo Marvel-DC se habían estrenado en cine, ya que hay una tercera película de animación basada en uno de sus famosos personajes que también se estrenó en salas y esa es Batman: La LEGO película (2017), pero al tener un tono paródico alejado del oscuro personaje que todos conocemos me parecía más adecuada traerla a colación en este apartado dedicado a los juguetes hechos películas. Y es que esta película de Batman es la segunda película que tomó como referencia la famosa línea de juguetes danesa.

La primera de estas películas fue La LEGO película (2014), que a pesar de la reticencia con la que se recibió debido a sus claras intenciones publicitarias fue recibida con los brazos abiertos por crítica y público al comprobar que era una divertida e imaginativa película llena de referencias pop. Entre esas referencias se encontraba, cómo no, su egocéntrico Batman, que consiguió su spin-off pocos años después. No fue el único que hubo, ya que La LEGO Ninjago película (2017) llegó pocos meses después de la cinta de Batman pero fue mucho peor recibida, lo que no impidió de que antes de que terminara la década llegara La LEGO película 2 (2019), secuela que intentó retomar el argumento de la película original sin llegar a conseguirlo del todo.
Aún así el evidente éxito comercial de estas películas (y el incremento en la venta de juguetes) animó a otras compañías a hacer lo mismo con otras líneas de juguetes y tiempo después llegarían las muy inferiores Trolls (2016), UglyDolls: Extraordinariamente feos (2019) y Playmobil: La película (2019), de las cuales solo la primera de ellas fue un éxito de taquilla. Pero no solo de reconocidas marcas se intentaron hacer películas, sino que la tendencia llegó hasta los enanos de jardín, que tuvieron dos películas: Gnomeo y Julieta (2011) y Sherlock Gnomes (2018).

Pero estamos en el siglo XXI, y evidentemente los niños no solo juegan con peluches y juguetes, sino que el mundo digital está tan presente en sus vidas como en la de los adultos. Por eso eso no es de extrañar que la primera adaptación que llegó de los móviles a la gran pantalla fuera el juego que revolucionó estos dispositivos a inicios de la década, Angry Birds, que contó con dos películas, Angry Birds: La película (2016) y Angry Birds 2: La película (2019). Poco después volvieron a fijarse en los teléfonos para contar una historia con los populares emoticonos que todos usamos en nuestras conversaciones en Emoji: La película (2017), considerada una de las peores películas de animación de la década.

Para compensar, los niños pudieron disfrutar con una de las mejores adaptaciones de videojuegos con Pokémon: Detective Pikachu (2019), que volvía a traer a la simpática criatura amarilla a las salas de cine tras el gran éxito que disfrutaba la franquicia tras la salida de Pokemon Go. Con la diferencia que en esta ocasión los personajes animados se integraban con actores reales, diferenciándose de las versiones animadas que solo atraían a los más fans —Pokémon 15: Kyurem contra el Espadachín Místico (2012). Pokémon 18: Hoopa y un duelo histórico (2015), Pokémon ¡Te elijo a ti! (2017) o Pokémon. Mewtwo contraataca: Evolución (2019) —.


El creador es la estrella

Puede dar la impresión de que los autores de las películas que he comentado hasta ahora están relegados a un segundo plano, siendo más importantes el estudio que se encuentra detrás, la popularidad de los personajes protagonistas o las posibilidades de vender más merchandising. Sin embargo también hay películas de animación cuyo principal reclamo son las personas que se encuentran detrás de un proyecto, y en esta década se han dado bastantes casos.

El primer gran nombre que se puso a los mandos de una película de animación durante estos años fue Steven Spielberg, que dirigió por primera vez en su carrera una cinta de animación en Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio (2011). La cinta cumplía el sueño de Spielberg de llevar al famoso reportero belga a la gran pantalla tras más de 25 años detrás del proyecto y demostraba cuanto le debía su popular Indiana Jones al personaje de cómic. A pesar de que la película no funcionó tan bien en taquilla como se esperaba —lo que llevo a que se cancelara la trilogía que iba a dirigir junto a Peter Jackson—, la cinta fue muy bien recibida por la crítica y arrebató por primera vez un globo de Oro en animación a Pixar.

Curiosamente la película que se llevo el Óscar ese año tampoco fue una producción de Pixar, sino Rango (2011), una cinta protagonizada por un cobarde camaleón que se convierte en el sheriff  de un poblado perdido en el medio del desierto. Este western en versión animada estaba dirigido por Gore Verbinski, que acaba de triunfar en las taquillas de todo el mundo con la trilogía de Piratas del Caribe y que también se enfrenta por primera vez a una cinta de animación pero contando de nuevo con Johnny Deep para ponerle voz al protagonista. 

Otro nombre que sonaba mucho a inicios de la década era Zack Snyder, que tras encadenar tres películas tan destacables como Amanecer de los muertos (2004)300 (2006)Watchmen (2009) decidía arriesgarse con una película de dibujos animados en 3D, Ga'Hoole: La leyenda de los guardianes (2010). Aunque el director realizó una ultrarealista versión llena de épica, cámaras lentas y poderío visual marca de la casa, la película no encontró su público por ser demasiado oscura para los más pequeños de la casa y demasiado infantil para el público adulto.
Los que sí tenían claro a qué público iba dirigido su película eran Seth Rogen y Evan Goldberg cuando escribieron La fiesta de las salchichas (2016), aunque no tanto los inocentes padres que llevaron a sus hijos a ver la gamberra película. Y es que los guionistas responsables de Supersalidos (2007), Superfumados (2008) o The Interview (2014) hicieron una versión muy bestia de Toy Story (1995), sustituyendo a los juguetes animados por todo tipo de comida, y donde los chistes sobre el sexo, la religión y la violencia son una constante en todo su metraje.

También un guionista con una marcada personalidad es Charlie Kaufman, que decidió que su segunda película como director, Anomalisa (2015), fuera de animación. Como no podía ser de otra manera con el innovador guionista neoyorkino volvió a tratar sus obsesiones en una historia pesimista como había hecho anteriormente en Cómo ser John Malkovich (1999), Adaptation. El ladrón de orquídeas (2002)  u ¡Olvídate de mí! (2004), pero llevándolo al terreno de la animación, algo imprescindible debido al curioso uso de la voz que tiene esta película 100% para adultos.

Otros dos directores que usaron la animación stop-motion para sus películas de animación fueron Tim Burton y Wes Anderson, que al contrario que los directores mencionados hasta ahora sí que tenían experiencia en la animación. El primero dirigió Frankenweenie (2012), una nueva versión de su corto de 1984 que suponía su vuelta al género tras la estupenda La novia cadáver (2005) y donde su estilo gótico influenciado por el cine de terror más clásico se volvía a poner de manifiesto. Por su parte, Wes Anderson nos llevaba con Isla de perros (2018) a un islote japonés donde mandan a todos los caninos del país nipón, película en la que continúa desarrollando su particular estilo llevándolo al reino animal al igual que había hecho años antes con Fantástico Sr. Fox (2009).


La artesanía del stop motion

Llegados a este punto habréis comprobado que la mayoría de las películas de animación que se han estrenado en cines a lo largo de la década son películas de animación en 3D, tendencia que ha relegado a las películas más artesanas a un segundo plano. Aunque acabo de comentar dos directores de renombre cuyas dos películas de animación son en stop-motion, si esta técnica se ha mantenido viva estos años se debe sobre todo a dos productoras: Aardman Animations y Laika Studios.

Aunque los estudios Aardman se fundaron a principios de los años 70 no fue hasta principios del siglo XXI que estrenaron su primera película en cines, Chicken Run: Evasión en la granja (2000), que 20 años después sigue siendo la película en stop-motion más taquillera de la historia. Ese éxito les ha permitido seguir estrenando películas en stop-motion con cierta asiduidad, aunque también hayan estrenado películas hechas por ordenador como Ratónpolis (2006) o la navideña Arthur Christmas: Operación Regalo (2011)

Su mayor éxito en stop-motion de esta década es ¡Piratas! (2012), donde un grupo de piratas que compite por hacerse con el premio a piratas del año se juntan con Charles Darwin en la Inglaterra victoriana. Igual de brisish es su cinta Cavernícola (2018), donde unos trogloditas intentarán ganar un torneo de fútbol para recuperar sus tierras, aunque en este caso se considere a la película como la más impersonal de la productora. Y es que si este estudio es reconocido por algo es por su fino humor mudo, estilo que perfeccionaron con las historias de Wallace y Gromit y de cuyo imaginario recuperaron a la oveja Shaun. Este simpático personaje protagonizó esta década su primera película, La oveja Shaun: La película (2015), que les proporcionó su tercera nominación a mejor película animada en los premios de la Academia y propiciaría una secuela, La oveja Shaun. La película: Granjaguedón (2019), otra muestra del buen hacer que tiene la compañía con la plastilina.

Aunque la plastilina es uno de los materiales más habituales con los que se trabaja en las producciones en stop-motion, la segunda productora que destaca en este campo se desmarcó desde sus inicios usando nuevas técnicas. Ya con Los mundos de Coraline (2009) Laika Studios realizó la primera película donde los rostros de los personajes estaban realizados mediante la impresión 3D, y desde entonces han estado incorporando nuevas resinas y mejorando la integración con efectos especiales para darle a sus producciones una estética muy especial.
La compañía, propiedad del cofundador de Nike, ha continuado esta década haciendo películas interesantísimas para todos los públicos, a pesar de que sus taquillas sean cada vez peores. La década la inició con El alucinante mundo de Norman (2012), donde un joven que puede hablar con los muertos se tendrá que enfrentar a una horda de zombis que amenazan su pueblo. Con ese toque siniestro continuaron con Los Boxtrolls (2014), donde unos simpáticos monstruos que viven en las alcantarillas crían a un humano, y años después le dieron un toque oriental a su película más destacable de la década, Kubo y las dos cuerdas mágicas (2016), una aventura en el Japón feudal sobre un niño perseguido por su pasado. Cerrarían la década con su película más prescindible, la ya comentada Mr. Link. El origen perdido, que además supuso su mayor fracaso en taquilla.

Cierro este apartado dedicado a las películas en stop-motion con cinco películas destacables de cinco países diferentes. Desde Francia llegó El Principito (2015), la mejor adaptación del famoso libro de Antoine de Saint-Exupéry realizado hasta la fecha, y de Suiza destaca La vida de Calabacín (2016), un pequeño drama con toques de comedia sobre un huérfano que se tiene que adaptar al orfanato al que le han enviado. Esta película helvética se llevó multitud de premios en Europa, entre ellos el premio del Público en el festival de Annecy, mismo premio que se llevó la película española El apóstol (2012), una pequeña película de terror que podría estar dirigida por Tim Burton y que es la primera producción en stop-motion del cine español, el mismo hito que supone La casa lobo (2018) para Chile, que es una experimental película basada en una secta alemana que se instaló en el país andino. 

Y para terminar viajamos a Australia para recomendar la estupenda Mary and Max (2009) una película que apenas se distribuyó en países hispanohablantes pese a ser mejor que muchas de las producciones que pululan normalmente por los cines. La cinta narra la divertida amistad epistolar entre un americano con Asperger y una niña australiana y está rodada con una sensibilidad e inocencia que hace disfrutar tanto a niños como a adultos. Por ello fue premiada tanto en el Festival de Berlín como el festival de animación más importante del mundo, el Festival de Annecy.


El imperio del sol naciente

He mencionado ya varias películas que se desmarcan del cine anglosajón, pero si un país es capaz de hace frente al imperio yanqui en el terreno de la animación ese es Japón. La industria de país nipón es capaz de producir más de 300 películas de animación al año, y aunque muchas de ellas no lleguen a los cines occidentales, la importancia de su cine en incuestionable. 

Si Disney es el estudio por antonomasia del cine de animación americano, el del cine japonés sería Studio Ghibli. Aunque la productora creada por los directores Hayao Miyazaki e Isao Takahata y el productor Toshio en 1985 no produzca la misma cantidad de películas que su competencia estadounidense, el gran mimo con el que han tratado sus todas producciones y la riqueza de los mundos que han creado les ha granjeado miles de fans en todo el mundo.

Por desgracia Takahata moría en 2018, dejando El cuento de la princesa Kaguya (2013) como su gran canto de cisne. La película, basada en un cuento popular japonés, narra la historia de una niña que aparece en un tallo de bambú y es adoptada por una pareja de campesinos, y como todas las producciones de Ghibli está realizada con una animación tradicional cuidada al detalle. Aunque la película fue aclamada por la crítica su fracaso en taquilla supuso un traspiés para una película que costó casi 50 millones de dólares.

Además de la desaparición de uno de los principales pilares de la compañía, en 2013 su director estrella, Miyazaki, también anunciaba su retirada de la animación con El viento se levanta (2013), una película en la que se alejaba de la fantasía habitual de su filmografía para contar la historia del diseñador de aviones japonés Jiro Horikoshi, Aunque por suerte años después anunciaría su vuelta al estudio, ese estupendo drama hubiera supuesto un broche de oro a una trayectoria inmaculada.
Pero aunque la historia de Studio Ghibli haya estado marcada por estos dos grandes nombres, la productora tiene una cantera en la que ha confiado para seguir produciendo películas a lo largo de la década. El primero de estos nombres sería Goro Miyazaki, hijo de Hayao, que volvía a ponerse a los mandos de una película tras Cuentos de Terramar (2006), una de las películas menos queridas por los fans de la productora. En este caso llevó a la pantalla un manga sobre una pareja de estudiantes que descubren que hay algo que les une y que se titula La colina de las amapolas (2011). El otro nombre importante sería Hiromasa Yonebayashi cuyo estreno no podría ser mejor dirigiendo la película más taquillera de la productora durante la década, la simpática Arrietty y el mundo de los diminutos (2010), a la que le siguió la melancólica El recuerdo de Marnie (2014), también muy bien recibida por la crítica y que contó con una nominación a los Óscar. 

Pese a las esperanzas que había en que un director de su sensibilidad siguiera bajo el paraguas de la compañía, decidió emanciparse y crear Studio Ponoc junto a otros trabajadores de Ghibli. Ya en esa compañía dirigiría Mary y la flor de la bruja (2017), una adaptación donde todavía se observa la influencia de sus maestros, y Héroes humildes (2018), donde se hace cargo de uno de los tres relatos independientes que dan forma a la película.

Lo curioso es que mientras que los directores japoneses que parecía que iban a sustentar el futuro de la compañía la dejaban para desarrollar sus propios proyectos, el estudio fuera a producir por primera vez en su historia la película de un director foráneoLa tortuga roja (2016). Ese privilegio fue del ilustrador holandés Michael Dudok de Wit, que con apenas un puñado de cortometrajes a sus espaldas llamó la atención de Ghibli. Pese a que la película acabaría siendo una coproducción franco-belga-japonesa, la historia tiene constantes del estudio nipón, como una vistosa representación de la naturaleza, los toques de fantasía o la concepción circular de la trama; con la peculiaridad de ser una película muda. Este riesgo no impidió que la película se llevara multitud de premios, entre ellos el Premio Especial del Jurado del Festival de Cannes.


Hay vida más allá de Ghibli

Pero igual que el cine de animación de Estados Unidos no se reduce a Disney, el de Japón no es sólo Ghibli. De hecho, la película anime más taquillera de la historia ya no está encabezada por el famoso estudio, sino por Your Name (2016), un auténtico fenómeno en todo el mundo que aumentó el interés en la animación que se estaba haciendo en el país asiático en esos momentos.
Posiblemente el éxito de la película se deba a que la historia, sobre dos adolescentes que intercambian sus cuerpos cuando sueñan, tiene el mismo espíritu de aventura que tenia el cine americano de los 80 pero vistos a través de la sensibilidad japonesa y realizados con una preciosa animación que combina magistralmente el 2D con el 3D. Y eso que el director Makoto Shinkai ya había demostrado con anterioridad que sabía mezclar con habilidad el romance y la fantasía, ya que desde los inicios de su carrera se había hecho un nombre en la industria nipona con películas interesantísimas. Por ejemplo, pocos años antes del fenómeno de Your name realizó Viaje a Agartha (2011), donde un mundo paralelo de fantasía toma vida, y tras su mayor éxito entregaría El tiempo contigo (2019), en la cual una adolescente puede cambiar el clima a su antojo.

Otro de los directores japoneses que han estado en el punto de mira de los cinéfilos durante estos años es Mamoru Hosoda, que con años de experiencia a sus espaldas ha llegado durante la década a un punto de madurez que destaca en el panorama del anime. Solo hay que ver Los niños lobo (2012), un bonito relato sobre cómo se van construyendo las personalidades de dos niños a medida que van creciendo y que debería ver cualquier adulto con hijos. En la temática del crecimiento y autodescubrimiento reincidiría en El niño y la bestia (2015), pero en este caso añadiéndole escenas de peleas y un final épico, y la relación entre hermanos sería el foco principal de Mirai, mi hermana pequeña (2018), donde se utiliza el tema de los viajes en el tiempo que ya tocó en la estupenda La chica que saltaba a través del tiempo (2006)

Si ya nos vamos a otros trabajos puntuales que han destacado esta década habría que mencionar Colorful (2010), que toca el tema del suicido de un adolescente; Una carta para Momo (2011), donde tres extraños duendes ayudarán a una adolescente a superar la muerte de su padre; Silent voice (2016), que trata el tema del bulling en los colegios; En este rincón del mundo (2016), sobre la vida de una familia japonesa que vive cerca de Hiroshima durante la segunda guerra mundial, Quiero comerme tu páncreas (2018), donde la enfermedad de una adolescente complicará el romance con un compañero de clase y El amor está en el agua (2019), una historia de amor adolescente surfistas.

Como habréis comprobado la mayoría de estas historias son dramas con jóvenes protagonistas y algún toque fantástico, lo que evidencia la larga sombra del cine de Ghibli en las producciones de animación japonesas. Sin embargo, también existen muchas historias que se alejan de este tipo de cine, aunque la mayoría de ellas continúan o amplían populares historias televisivas. Sagas como Dragon Ball, One Piece, Detective Conan, Doraemon, Ataque a los Titanes o Pokémon tienen millones de seguidores en todo el mundo que acuden a los cines a ver sus películas, pero debido a la amplitud de sus universos y la necesidad de saber de dónde vienen para disfrutarlas plenamente he decidido dejarlas fuera de esta selección. Para todos aquellos fans que no quieran empaparse de estas sagas pero echen de menos películas de animación japonesas seinen tipo Akira (1988)Ghost in the Shell (1995) Paprika, detective de los sueños (2006) me temo que tienen poco que elegir en el cine de animación japonés actual y solo títulos puntuales como Capitán Harlock (2013), Gantz:O (2016)Blame! (2017) o Promare (2019) han tenido algo de repercusión fuera de sus fronteras.

Curiosamente este tipo de películas sí se han podido encontrar estos años en la industria surcoreana, que siempre ha estado a rebufo de los nipones en temas de animación. En este caso la acción y la violencia ha venido de parte del director de Tren a Busan (2016), Yeon Sang-ho, que justo después de su famosa película de zombis realizó una precuela de animación titulada Seoul Station (2016). Sin embargo, el realizador ya había tenido anteriormente reconocimiento en Europa, ya que el interesante thriller The Fake (2013) se había llevado el premio a la mejor película de animación en el festival de Sitges y su ópera prima sobre la violencia en las aulas coreanas, The King of Pigs (2011), había sido proyectada en el prestigioso festival de Cannes. 

En cuanto al resto del cine asiático China empezó a mostrar su poderío en la industria cinematográfica con películas que beben tanto del Wuxia —Monkey King: Hero is Back (2015)La serpiente blanca (2019)Ne Zha (2019), que pese a no tener mucha repercusión en occidente está entre las 20 películas de animación más taquilleras de la década—, del cine yanki —La nueva generación (2018) o las siete películas de la saga Boonie Bears— o del Ghimbli Studio —Big Fish & Begonia (2016) Flavors of Youth (2018)—. Mientras que cinematografías como la singapurense, taiwanesa, hongkonesa o malaya han llegado con cuentagotas a occidente con películas como el biopic Una vida errante (Tatsumi) (2011), el drama familiar On Happiness Road (2017), el histórico romance de No.7 Cherry Lane (2019) o la bélica Battle of Surabaya (2015).


La riqueza de la animación internacional

Mientras que el cine estadounidense está enfocado principalmente al cine con tintes cómicos realizado en 3D y el oriental es más dramático, reflexivo y artesanal, el cine en el resto del mundo bascula entre ambos, añadiendo en muchos casos una tercera pata: la animación con contenido más adulto. Sin embargo, pese a la variedad que aportan el resto de los países al género de la animación, rara vez tienen la repercusión que merecen, conformándose en muchas ocasiones con el prestigio en festivales y el amor de los fans más inquietos.
Una de las productoras que más pasión despierta entre sus seguidores es Cartoon Saloon, un pequeño estudio irlandés con pocos años de recorrido que tiene como directores estrella a Tomm Moore y Nora Twomey que dirigieron juntos su primera película, El secreto del libro de Kells (2009). La historia de su ópera prima se basa en la mitología irlandesa y destaca por una bella estética que recuerda a un libro ilustrado, principal motivo por el que fue nominada al Óscar a mejor película de animación. Posteriormente ambos dirigirían sus películas por separado pero manteniendo su estilo inconfundible. Primero Moore volvió a la tradición celta con La canción del mar (2014), otra magnífica muestra de que los cuentos infantiles pueden asombrar a los adultos, y posteriormente Twomey dirigió El pan de la guerra (The Breadwinner) (2017), una historia sobre la difícil vida de una niña durante el dominio de los talibanes en Afganistán. Entre medio Cartoon Saloon colaboró en la producción de otras películas europeas menos conocidas: El aprendiz de Papá Noel (2010)Moon Man (2012) y la también muy interesante The Prophet (2014).

Aunque este estudio irlandés es el que más revuelo ha causado dentro del panorama de animación europeo, el país que sigue destacando por la calidad y variedad de su producción es Francia. El país vecino es el tercer mayor productor de cine de animación del mundo y adentrarse en su cinematografía es una gozada para cualquier aficionado a este tipo de cine que quiera descubrir películas diferentes.

Ya he destacado anteriormente películas como El principito o La Tortuga roja que confirman la riqueza de su cine pero hay muchas otras películas que han destacado a lo largo de la década. Si nos ceñimos al cine infantil una de las películas más destacables es Ernest & Célestine (2012), una tierna película sobre la amistad entre un oso y una ratona que fue nominada a los premios Óscar. Con un estilo similar de trazos limpios y colores pastel es El malvado zorro feroz (2017), aunque ésta se enfoque más en el gag continuo sobre las vivencias de los animales que habitan la campiña francesa. De un estilo más pictórico son Un gato en París (2010), donde la investigación sobre unos robos es la base de una divertida trama, y La famosa invasión de los osos en Sicilia (2019), que narra cómo un oso conquista la famosa isla italiana para salvar a su hijo. Y siguiendo con los animales, los que buscan películas originales deberían ver El valle de las hormigas perdidas (2013) donde unos minúsculos personajes en 3D se integran perfectamente en bellas imágenes reales creando una deliciosa comedia llena de aventuras o Las vidas de Marona (2019), una colorida historia sobre los distintos amos que una perra tiene a lo largo de su vida.

Para un público un poco más crecido resultará interesante La mecánica del corazón (2014), una película de animación 3D con un estilo gótico influenciado por los mundos de Tim Burton. Su historia está basada en un libro inspirado en un disco conceptual de la banda de rock Dionysos, que a su vez da forma a la banda sonora de la película, y cuenta la búsqueda del amor de un solitario niño que nació con el corazón congelado. Por otro lado los jóvenes interesados en la pintura disfrutarán con El lienzo (Le tableau) (2011) que con una estética inspirada en Matisse, Derain y Bonnard narra la historia de unos personajes que abandonan sus cuadros en busca de su autor. Los más aventureros encontrarán apasionante El techo del mundo (2015), una joya de colores planos pero gran expresividad sobre una joven rusa que va al Polo Norte en búsqueda del barco en el que desapareció su abuelo explorador y si uno es fan de la ciencia-ficción Avril y el mundo alterado (2015) es su película, ya que es toda una obra de culto steampunk marcada por la estética de los cómics franco-belgas como Spirou o Tintín.

Casualmente el personaje de Tintín hace un cameo en El gato del rabino (2011), una peli de animación para adultos en la que las reflexiones sobre las distintas religiones son el origen del conflicto y base de la comedia. Y es que si nos embarcamos en el cine de animación más adulto nos encontramos desde la comedia muda de El ilusionista (2010), que adapta un guión nunca grabado por el reconocido Jacques Tati, hasta la violenta comedia de acción Mutafukaz (2017), producida por una empresa de videojuegos francesa que cuenta con una estética moderna y rompedora, pasando por los conflictos del genocidio camboyano y la Afganistan de los talibanes en la que se situan Funan (2018) o Las golondrinas de Kabul (2019) o el surrealismo poético de ¿Dónde está mi cuerpo? (2019), escrito por el guionista de Amélie (2001).

Como se puede comprobar alcanzar el patrimonio en cine de animación que tiene Francia no es fácil, sin embargo España ha dado un salto de gigante años en este género después de que El bosque animado, sentirás su magia (2002), El Lince perdido (2009) o Planet 51 (2010) fueran las primeras películas de animación españolas preseleccionadas para los Óscar. Finalmente España optó al galardón con Chico & Rita (2010), la estupenda película de Fernando Trueba y Javier Mariscal sobre un músico cubano de jazz que tiene muchas similitudes con la posterior La ciudad de las estrellas (La La Land) (2016), y rozó la estatuilla dorada con la producción de Netflix Klaus (2019), un clásico navideño instantáneo realizado en 2D que parece realizado en 3D

Pero estas películas no son las únicas que han sido reconocidas por premios y festivales. El mismo año que Chico & Rita fue nominada a los Óscar compartió nominación a los Annie —los Óscar de la animación— con Arrugas (2011), una estupenda adaptación de la novela gráfica de Paco Roca sobre dos ancianos que se hace amigos en un geriátrico. Además, la calidad del cine de animación español se puso en evidencia al ser el país que más premios del cine europeo se ha llevado durante la década, galardón que comenzó ganando Chico y Rita, repitió Un día más con vida (2018) y finiquitó Buñuel en el laberinto de las tortugas (2018).
Este último título narra la interesante historia de como Buñuel grabó el documental Las Hurdes (Tierra sin pan) (1933), pero me quiero detener en Un día más con vida (2018), una película sobre la experiencia de un fotógrafo polaco que vivió los últimos días de Angola como colonia portuguesa y que fue premiada por el público en el Festival de San Sebastián. Y es que la cinta destaca entre otras cosas por el espectacular uso que hace del motion capture —o captura de movimiento—, que junto a un cuidadoso uso de la iluminación, le da un gran realismo al movimiento de los personajes. Ese realismo y estética se asemeja al de películas realizadas mediante rotoscopia, técnica en la que se colorean los fotogramas para imitar el movimiento de los personajes. Dicha técnica, que tuvo su mayor repercusión con títulos como Waking Life (2001)A Scanner Darkly (Una mirada a la oscuridad) de Richard Linklater, ha sido usada en varias películas europeas destacables de la última década como la checa Alois Nebel (2011) o la austriaca Tehran Taboo (2017). Pero si una ha destacado entre todas es la polaca Loving Vincent (2017), donde cada uno de los 56.800 fotogramas de la película es un cuadro pintado sobre óleo con el estilo que caracterizó a Van Gogh.

Otras películas que han pasado por festivales y merece la pena prestarles atención son la española Psiconautas, los niños olvidados (2015) cuyos diseños naíf pueden llegar a engaño en una película en las que los personajes se drogan, roban y matan; la israelí El congreso (2013), una sátira de ciencia-ficción sobre el cine; la húngara Ruben Brandt, coleccionista (2018), un thriller sobre el robo de obras de arte; la suiza Chris el suizo (2018) documental sobre la guerra de los Balcanes; la británica Ethel y Ernest (2017), un drama sobre la vida de una pareja a lo largo de 40 años, o la brasileña El niño y el mundo (2013), una explosión de color que reflexiona sobre las sociedad industrializada en la que vivimos.

Pero si nos olvidamos de los premios y nos fijamos en el vil metal los protagonistas de la taquilla internacional son películas que usan las mismas armas que el cine estadounidense para atraer al público: mucho humor, personajes famosos y animalitos. Algunos de estos éxitos serían las dos adaptaciones del popular galo Astérix —Astérix: La residencia de los dioses (2014) y Astérix: El secreto de la poción mágica (2018)—, la interpretación infantil de Indiana Jones que se pudo ver en Las aventuras de Tadeo Jones (2012) y Tadeo Jones 2. El secreto del Rey Midas (2017), los detectives más torpes de la TIA en Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo (2014), una versión alemana del rey de la jungla titulada simplemente Tarzan (2013) o Futbolín (Metegol) (2013), la película que realizó Campanella tras el bombazo de El secreto de sus ojos (2009). Por otro lado resulta curioso que entre las producciones más taquilleras de la década se encuentren producciones belgas que yo personalmente desconocía, como Las aventuras de Sammy (2010)La casa mágica (2013), Las aventuras de Sammy 2 (2012)El hijo de Bigfoot (2017), Robinson. Una aventura tropical (2016) o Corgi: Las mascotas de la reina (2019) que vuelven a demostrar que colocar un animal en una producción animada es garantía de éxito entre los niños, como demuestran las taquillas de la australiana Happy Feet 2 (2011), la mexicana Un gallo con muchos huevos (2015) o la peruana Condorito: la película (2017).


50 títulos básicos del cine de animación de la década 2010-2019

Como es habitual termino con una selección de algunos de los títulos más importantes del cine de animación de los últimos años. En este caso, para que no haya malentendidos, además de ordenarlos por orden alfabético he señalado aquellos títulos que no sean aptos para niños. 

Mary and Max (2009)
Cómo entrenar a tu dragón (2010)
Toy Story 3 (2010)
Gru, mi villano favorito (2010)
Chico & Rita (2010) +18
The Illusionist (2010) +16
Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio (2011)
Rango (2011)
Arrugas (2011) +16
¡Piratas! (2012)
Hotel Transilvania (2012)
Los niños lobo (2012)
El alucinante mundo de Norman (2012)
Las aventuras de Tadeo Jones (2012)
Frozen. El reino del hielo (2013)
El cuento de la princesa Kaguya (2013) +16
El viento se levanta (2013) +16
El niño y el mundo (2013)
El valle de las hormigas perdidas (2013)
Futbolín (Metegol) (2013)
Big Hero 6 (2014)
La LEGO película (2014)
La canción del mar (2014)
La oveja Shaun: La película (2015)
Del revés (Inside Out) (2015)
El Principito (2015)
El niño y la bestia (2015)
Avril y el mundo alterado (2015) +16
Kubo y las dos cuerdas mágicas (2016)
Zootrópolis (2016)
La tortuga roja (2016)
Your Name (2016)
Seoul Station (2016) +18
La fiesta de las salchichas (2016) +18
Coco (2017)
Loving Vincent (2017) +16
Paddington 2 (2017)
El libro de la selva (2016)
La vida de Calabacín (2016)
El pan de la guerra (The Breadwinner) (2017) +16
Mutafukaz (2017) +18
Isla de perros (2018)
La casa lobo (2018) +18
Spider-Man: Un nuevo universo (2018)
Un día más con  vida (2018) +18
¿Dónde está mi cuerpo? (2019) +18
El rey león (2019)
Klaus (2019)
Pokémon: Detective Pikachu (2019)
Ne Zha (2019)




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Tras el repaso a dos géneros tan antagónicos como son el cine de terror y el cine de animación estoy dudando cuál será el siguiente género en el que me embarcaré. Posiblemente sea la ciencia-ficción o el western, pero mientras tanto podéis repasar todas las entradas de este gran repaso al cine de la década que estoy realizando siguiendo el siguiente índice.

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