2010-2019: Una década de Westerns

Tras hablar del género más rentable —el terror— y de uno de los más taquilleros —la animación—  pasamos a uno de los géneros cinematográficos más maltratados desde su declive en los años 80: el western. Y es que desde que los años dorados del género terminaran en los 60 y las renovaciones como el spaguetti-western se agotaran en los 70, el cine de vaqueros había sufrido durante los últimos tiempos una larga travesía en el desierto en el que solo títulos puntuales como El jinete pálido (1985), Bailando con lobos (1990)Sin perdón (1992)Maverick (1994)El tren de las 3:10 (2007) habían triunfado entre el público y la crítica.

Sin embargo, durante esta década, a pesar de seguir siendo un género al que le cuesta ser rentable, ha ofrecido un puñado de títulos destacables que han triunfado en taquilla. Estos éxitos, sumados a pequeños títulos que los fieles aficionados al género defienden a muerte, ha dejado una cosecha de películas durante la década que dejan de manifiesto que al western todavía le quedan muchas balas en la recámara.


Por un buen botín

Una buena muestra del pequeño renacer que tuvo el género durante estos años se puede encontrar a inicios de la década con el estreno de Valor de ley (2010), una nueva adaptación de una novela que había sido llevada al cine en 1969 con John Wayne de protagonista. Esta cinta de tintes clásicos protagonizada por Jeff Bridges se convirtió en el título más taquillero de los hermanos Coen y el segundo western más taquillero de la historia tras Bailando con lobos. Además del sorprendente éxito de taquilla, la historia de una niña que contrata a un pistolero para vengar la matanza de su padre tuvo 10 nominaciones a los Óscar, entre ellas a mejor película, pese a que finalmente tuviera que volverse a casa de vacío.

El éxito económico de la película de los Coen fue solo un anticipo del taquillazo que supondría Django desencadenado (2012) años después, que a día de hoy es la película de Quentin Tarantino más taquillera. Esta carta de amor a un género que Tarantino idolatra volvía a contar con la presencia del actor germano-austriaco Christoph Waltz tras Malditos Bastardos (2009) y, como en aquella, volvía a retorcer la historia para moldearla a su gusto. Tan bien le fue a Quentin Tarantino con dicha cinta que repetiría en el western pocos años después con Los odiosos ocho (2015), donde volvería a llevar el género a su terreno pero mezclándolo en esta ocasión con una trama de intriga, encerrando a varios personajes en un espacio pequeño como en su ópera prima Reservoir Dogs (1992).

Entre la producción de ambos títulos Tarantino siguió devorando películas como un loco, entre ellas un western que disfrutó tanto que lo metió entre sus títulos favoritos del 2013: El Llanero Solitario (2013). A muchos llamará la atención su defensa de este título porque la cinta de Gore Verbinski que adapta un serial radiofónico de los años 30 fue recibido con críticas tibias y un sonado fracaso de taquilla. Y es que la película coprotagonizada por Johnny Deep —a pesar de ser uno de los westerns más taquilleros de la historia— costó la friolera de 226 millones de dólares, una cifra astronómica para el género que la productora no fue capaz de recuperar. Pese a ello, Tarantino no se encuentra solo en su defensa de esta alocado western, ya que la película ha ido ganando fans con el tiempo gracias al lúdico sentido de la aventura que recuerda al mayor éxito de la pareja Verbinski-Deep —la saga Piratas del Caribe—, a sus evidentes homenajes al clásico de Sergio Leone Hasta que llegó su hora (1968) y sobre todo, por la espectacular escena final del tren con la Obertura de Guillermo Tell de Gioachino Rossini como banda sonora.

Otro tipo de espectacularidad es la que posee El renacido (2015), que con la impresionante fotografía natural de Emmanuel Lubezki y los planos secuencia orquestados por Iñárritu nos sumergían en una aventura con tantos elementos característicos del western —la época en la que se enmarca, la esperanza de una vida mejor en una tierra extraña, la presencia de nativos americanos, los grandes paisajes o el espíritu de venganza— que he tenido que incluirla dentro del género. Si la consideramos como tal, nos encontraríamos ante el western más taquillero de la historia, y si los puristas no la aceptaran dentro de dicha categoría, ese título iría a parar otro título con presencia de Leonardo DiCaprio, la ya mencionada Django desencadenado. De cualquier manera, las 12 nominaciones al Óscar que se llevó la película de Iñárritu y convertirse en la película que le proporcionó la ansiada estatuilla a DiCaprio por un papel sumamente exigente hacen de esta película uno de los títulos más importantes de la década.


Otro de los westerns con mayor recaudación de la década fue Los siete magníficos (2016). La superproducción de Antoine Fuqua no fue recibida con los brazos abiertos por la crítica al modernizar el clásico de los años 60 porque no aportó nada a la historia ya conocida más allá de unas escenas de acción más estilizadas y un reparto lleno de estrellas actuales como Denzel Washington, Chris Pratt e Ethan Hawke. Pese a ello, los aficionados al género le tienen cierta estima a este remake, algo que no se puede decir de otros títulos que utilizaron grandes nombres como gancho comercial y el género western como excusa para ambientar sus historias. Me refiero a películas como Jonah Hex (2010), Cowboys & Aliens (2011) y La Torre Oscura (2017). Tres superproducciones que, pese a contar con estrellas del calibre de Harrison Ford, Daniel Craig, Matthew McConaughey, Josh Brolin, Michael Fassbender, Idris Elba o John Malkovich, fallaron al intentar mezclar las historias del viejo oeste con la fantasía, la acción y la ciencia-ficción, tal y como ya comenté en la entrada dedicada a superproducciones.

Más efectivas han resultado las combinaciones del western con la comedia en diversas películas, siendo una de las más taquillera Rango (2011). La ganadora al Óscar a la mejor película de animación convertía a un cobarde camaleón en el sheriff de un pueblo y consiguió encandilar tanto a los más pequeños de la casa como a los aficionados al western más exigentes. Casualmente ese mismo año se estrenó en cines otra película de animación con gran cantidad de guiños al género, El gato con botas (2011), que al ser un spin-off de Shrek 2 (2004) superó con holgura a Rango en taquilla, pero cuya recepción crítica no fue tan calurosa.

Si nos olvidamos de la animación y volvemos a la imagen real, la comedia western más conocida de la década sería Mil maneras de morder el polvo (2014), una comedia absurda del creador de Padre de familia, que lleva su humor soez y violento a las polvorientas calles de un pueblo perdido de la mano de Dios. Pese a llevarse un buen pellizco en taquilla al contar con Charlize Theron y Liam Neeson como estrellas invitadas y al intentar emular al clásico de Mel Brooks Sillas de montar calientes (1974), Seth MacFarlane se quedo lejos de su anterior gran éxito, Ted (2012). Pero si se habla de humor absurdo en el siglo XXI no hay que dudar que antes o después aparecerá el nombre de Adam Sandler, que con el western The Ridiculous 6 (2015) inauguraba su lucrativa relación con Netflix pese a horrorizar a los críticos más allá de sus fronteras.


En Netlfix aterrizaría también La balada de Buster Scruggs (2018), el otro western que realizaron los hermanos Coen durante la década y que aúna el musical, el drama y la comedia en seis historias independientes ambientadas en el Oeste americano. Pese a que no llegó a tener la repercusión de Valor de ley, la película se llevó el premio a mejor guion en el Festival de Venecia al conseguir combinar, en una película que había sido concebida como serie, las convenciones más típicas del western como pueden ser las partidas de póker en el saloon, los asaltos al banco, la fiebre del oro, las inseguras caravanas o los cazarrecompensas.


Ocultos en las montañas

Aunque los títulos arriba mencionados sean los más populares entre el público ha habido un puñado de películas que, pese a no haber tenido una gran distribución fuera de Estados Unidos, han conseguido hacerse un hueco en el corazón de los más acérrimos seguidores del género. Y como hablábamos de la serie que nunca lo fue de los hermanos Coen para Netflix, qué mejor que empezar esta sección con la película que dio cierre a una de las joyas ocultas de HBO, Deadwood.

Deadwood fue una de las series más prestigiosas de la famosa cadena por cable al mostrar la dura vida de una ciudad fronteriza en la época de la fiebre del oro. Con un plantel de icónicos personajes —tanto reales como ficticios— que estaban comandados por el dueño del burdel Al Swearengen, la serie fue aclamada durante tres temporadas por críticos y miles de seguidores hasta que en el año 2006 fuera cancelada por HBO debido a su alto coste. Sin final, durante años se esperó un cierre para tan carismáticos personajes; pero tuvieron que pasar 13 hasta que se estrenara Deadwood: La película (2019), que dio un digno final a una historia que cualquier aficionado al western debería ver.

Aunque la película que cerró la producción de HBO pasó desapercibida para todos aquellos que no habían seguido la serie, no mejor suerte corrieron dos grandes películas del género que no llegaron a distribuirse en cines en España y que pasaron directamente a plataformas de streaming. La primera de ellas es Bone Tomahawk (2015), la ópera prima de S. Craig Zahler, un escritor de novelas pulp que llevó a la gran pantalla la cruda historia de cuatro pistoleros que parten en la búsqueda de la mujer secuestrada de uno de ellos. Con algunas de las escenas más violentas que se han podido ver en un western, la película se llega a emparentar con el terror en algunos puntos, motivo por el que se ha terminado convirtiendo en todo un título de culto.


El segundo título que merecía haberse disfrutado en pantalla grande es Hostiles (2017), una película de 40 millones de dólares que se produjo sin tener asegurada la distribución, lo que afectó a su estreno en cines fuera de Estados Unidos. En esas condiciones, ni la presencia de Christian Bale, que volvía al género tras la aclamada El tren de las 3:10, ni su interesante trasfondo de western crepuscular animaron a los distribuidores a arriesgarse con la historia de un capitán del ejército que se ve en la obligación de escoltar a un moribundo jefe cheyenne de regreso a las tierras de su tribu.

Un poco más de suerte tuvo Slow West (2015), una pequeña producción inglesa que se se estrenó en un reducido número de salas gracias a la presencia de un actor como Fassbender y al Gran premio del Jurado que recibió en el Festival de Sundance. Los pocos espectadores que le dieron una oportunidad a esta película han podido disfrutar de un rara avis del género, que cuenta la historia de un jovencísimo protagonista que llega al nuevo mundo en búsqueda de su viejo amor y que está narrada con ligeros toques de humor al estilo de los Coen y con una realización con toque indie que podía haber firmado el Wes Anderson menos refinado.

También tiene cierto aire a los hermanos Coen el debut en inglés del prestigioso director francés Jacques Audiard, Los hermanos Sisters (2018), que se llevo el premio al mejor director en el Festival de Venecia. Y es que la película respeta muchos de los códigos clásicos del género, pero su humor sarcástico, el uso de la violencia, la pátina moral de los personajes y cierto realismo mágico le dan un toque especial a una estupenda película que narra la relación fraternal entre dos violentos forajidos, interpretados por Joaquin Phoenix y John C. Reilly, que deben buscar a un químico que tiene un secreto para encontrar oro.

Más clásica es El valle de la venganza (2016) que pese a ser el único western que ha producido la famosa productora Blumhouse, no fue capaz de ofrecer una refrescante renovación del género tal y como suele hacer en el cine de terror. Aún así, es una cinta correcta que ofrece uno de los mejores papeles que ha tenido durante la década un actor en decadencia como John Travolta y que permitió estrenarse en el género a Ethan Hawke poco antes de aparecer en la ya mencionada Los siete magníficos. Y parece que al actor texano le gustó la experiencia porque volvería a enfundarse los revólveres pocos años después para protagonizar Sin piedad (2019), donde daba vida al famoso sheriff Pat Garret en el momento de enfrentarse al mítico forajido Billy el Niño.


El salvaje Oeste también es para mujeres

Pal Garret, Billy el Niño, Jesse James, Wyatt Earp, el general Custer, Gerónimo, Toro Sentado... la cantidad de nombres históricos del viejo Oeste que hemos aprendido con las películas del género es numeroso... y mayormente masculino. Y es que en la época dorada del western o los papeles femeninos brillaban por su ausencia o, si aparecían, era para ser secuestradas por indios, lucir piernas en el saloon y ser comprensivas esposas. Evidentemente hay excepciones como el icónico personaje que interpretaba Joan Crawford en Johnny Guitar (1954), pero hay que reconocer que al género le ha costado contar historias desde el punto de vista femenino.

Sin embargo, en una década en el que el feminismo ha estado más fuerte que nunca, el género no podía ser ajeno al fenómeno y se han podido ver destacables películas del Oeste en el que el punto de vista de las mujeres tiene tanta o más importancia que el de los hombres. 
La más importante de estos títulos sería sin duda Deuda de honor (2014), una estupenda película protagonizada por Hilary Swank y Tommy Lee Jones que se presentó en la sección oficial del Festival de Cannes, donde recibió muy buenas críticas. La cinta narra, con claro toque crepuscular, la historia de una solitaria mujer que, ante la ausencia de perspectivas de futuro en su pequeño pueblo, se ofrece voluntaria para llevar a la gran ciudad a tres mujeres que han perdido la razón. En su camino, como es habitual en el género, acabará formando una atípica pareja con un viejo hombre al que salvará de ser ahorcado a condición de que le ayude a cumplir su cometido.

En las fechas en las que se rodaba la cinta dirigida e interpretada por Tommy Lee Jones en Nuevo Mexico se grababa en el mismo estado La venganza de Jane (2016), una película protagonizada por Natalie Portman que tuvo multitud de problemas a lo largo de toda su producción. Cambios constantes de casting, el abandono de la directora antes de comenzar el rodaje, retrasos continuos en la fecha de estreno o la cancelación de la premiere en París por el ataque terrorista en la sala Bataclan acabaron retrasando su estreno 3 años. Para entonces la cinta ya parecía abocada al fracaso, que sumado a la tibia acogida de la crítica, convirtieron a una cinta con bastantes aspiraciones comerciales en uno de los mayores fracasos de The Weinstein Company.

No le fue mucho mejor a Jessica Chastain con La mujer que camina delante (2017), película que presentó en el Festival de Toronto y que sin embargo no se estrenó en cines en casi ningún país, pasando directamente a streaming en países como Estados Unidos y España. Algo sorprendente teniendo en cuenta que narra la interesante historia real de Catherine Weldon, una pintora que realizó varios retratos de Toro Sentado, el jefe sioux conocido por vencer al 7º de caballería en la batalla de Little Bighorn. En la película conoceremos la historia de tan icónico personaje a través de los ojos de ella y entendemos como acabó convirtiéndose en una de las principales defensoras de los nativos americanos a finales del siglo XIX. 

Dicho western, además de estar protagonizada por una formidable Chastain, está dirigida por una mujer, algo muy poco habitual en el género en las últimas décadas a pesar de que en los inicios del cine era más que habitual verlas detrás de las cámaras. Sin embargo, en los 2010 ha surgido una directora que tiene mucho que decir en el género, Kelly Reichardt, realizadora que empezó y terminó la década con dos western que se salen de lo común: Meek's Cutoff (2010) y First Cow (2019). El primero de ellos sigue a una pequeña caravana que se pierde en una árida Oregón cuando los colonos iban en búsqueda de la tierra prometida y cuenta su historia desde el punto de vista del personaje de Michelle Williams, mientras que el segundo narra la amistad entre un cocinero y un inmigrante chino en un pueblo del mismo estado marcado por la llegada de una vaca procedente de Europa y fue una de las películas más aclamadas en el  año 2020.

Otras dos películas con protagonistas femeninas que merece la pena destacar son Brimstone. La hija del predicador (2016) y The Nightingale (2018). La primera es un violento western con toques de thriller que narra, con una original estructura, la huída de una mujer muda perseguida por un horrible pasado personificado en el personaje de un incansable Guy Pearce. Por otro lado The Nightingale es la segunda película de la directora de Babadook (2014), la película que inauguró la ola de terror elevado de la que hablamos en el especial de terror. Este western ubica su historia en Tasmania en lugar de en Norteamérica, donde una ex-convicta irlandesa tratará de vengarse de un teniente inglés con la ayuda de un aborigen que la orientará en una tierra tan conflictiva como la del viejo Oeste.



El Oeste está en todas las direcciones

Igual a algunos les sorprenda que un western se sitúe en Australia al ser el género norteamericano por antonomasia, sin embargo se pueden encontrar westerns en prácticamente todos los puntos cardinales del mundo y en Australia especialmente. El país oceánico tuvo en el siglo XIX un pasado colonial, está formado por grandes llanuras y desiertos y cuenta con un historial de violencia marcado por los miles de convictos trasladados a la isla por los Británicos durante un siglo. Por tanto, no es de extrañar que cojan las formas del western americano para contar su historia durante esos años.

Además de la mencionada película de Jennifer Kent los otros dos westerns representativos del país austral durante la década serían Sweet Country (2017), que refleja que el trato que recibieron los aborígenes en aquella época no dista mucho del que sufrieron los afroamericanos o nativos americanos en la creación de los Estados Unidos y que fue premiado en el Festival de Venecia, y La verdadera historia de la banda de Kelly (2019), una versión bastante libre de la vida del famoso bandolero australiano Ned Kelly que está rodado con un estilo cinematográfico muy contemporáneo, llegando a sonar música punk en algún punto de la película.

Si nos quedamos por esas latitudes tenemos también un western de Nueva Zelanda llamado Tracker (2010), sobre un excombatiente que debe rastrear a un maorí acusado falsamente de asesinar a un oficial británico. Y en la misma zona del globo, pero más al norte, nos encontramos el remake japonés que se realizó de Sin Perdón (1992), titulado en España Unforgiven (2013), en donde el pistolero retirado protagonista es sustituido por un ronin retirado interpretado por Ken Watanabe.

Esta última producción es una rareza en el cine asiático, ya que el cine ambientado en el siglo XIX japonés siempre ha estado más influenciado por el cine de samuráis que por el del western americano, aunque ambos géneros cinematográficos se hayan influido mutuamente. Sin embargo en Europa es distinto, ya que el cine del Oeste ha estado muy presente en la cinematografía europea desde los años 60, sobre todo en el famoso spaghetti western. Por eso no es de extrañar que todavía se hagan bastante cintas destacables del género en muchos países del continente.

Curiosamente en el western del viejo continente de la última década nos encontramos dos vertientes: o los protagonistas son de origen europeo que llegan a los incipientes Estados Unidos para buscarse la vida o la historia se ambienta en países diferentes pero que poseen la misma atmósfera que los pueblos del Salvaje Oeste.

De la primera vertiente tendríamos la ya mencionada Brimstone. La hija del predicador, que es de producción holandesa y cuya protagonista es de origen neerlandés; Gold (2013), donde unos colonos alemanes viajan a Canadá siguiendo la fiebre del oro; The Salvation (2014) donde el danés Mads Mikkelsen se pone a las ordenes de uno de los directores vinculados al Dogma 95 para narrar una historia de venganza en unos Estados Unidos que empezaban a ver el potencial del petróleo como fuente de riqueza o Tierra de violencia (2019), donde un empresario irlandés se verá involucrado en una espiral de violencia cuando lleguen unos forajidos a tomar la ciudad en la que vive.
En cuanto a los western ubicados en otros países tenemos El valle oscuro (2014), donde un austriaco que vuelve de hacer las Américas acabará en un pueblo de los Alpes dominado por un viejo clan familiar; Aferim! (2015), donde la búsqueda de un esclavo huido se sitúa en una Rumanía de principios del siglo XIX rodada en blanco y negro o Blackthorn. Sin destino (2011), película española rodada en Bolivia —con localizaciones tan espectaculares como el salar de Uyuni—  sobre la leyenda de que Butch Cassidy vivió en el país andino tras su supuesta muerte y que deja en manos de Sam Shepard la imposible tarea de sustituir al Paul Newman de Dos hombres y un destino (1969)

Y ya que nos encontramos en Latinoamérica destacaremos Aballay, el hombre sin miedo (2010), western criollo argentino sobre un gaucho que queda traumatizado tras su último crimen y decide no dejar de cabalgar hasta su muerte. Y cerrando el círculo, y volviendo a Norteamérica pero al otro lado de la frontera yanki, tenemos a la mexicana Chicogrande (2010), sobre la huida del mítico general revolucionario Pancho Villa tras la frustrada invasión a Columbus. 


El Neo-western

El periodo histórico en el que se ubica el cine western se inicia cuando los colonos europeos comenzaron a crear asentamientos en Estados Unidos a principios del siglo XVII y se extiende hasta principios del siglo XX. Sin embargo, y concretando fechas, la mayoría de las películas que tenemos asociadas al género se suelen ambientar en la época comprendida entre el fin de la guerra de Secesión (1865) y la incorporación de los últimos territorios a los EEUU (1912).

Pero al igual que hemos visto que existen películas del Oeste ambientadas en otras regiones del planeta, la larga sombra del western también se ha extendido hasta épocas mucho más actuales e, incluso, ha sido proyectada al futuro. Y es que la influencia de un género capital del cine como es el western puede impregnar tanto en el fondo como en las formas de producciones actuales, ya sea por las temáticas a tratar o bien por la estética y ambientaciones de las películas.

Por ejemplo, un argumento sobre un fugitivo que es capturado tras cometer una serie de atracos y que al huir de la cárcel recorre varios estados para recuperar el botín escondido y volver con el amor de su vida mientras es perseguido por la justicia y unos cazarrecompensas podría ser un western crepuscular protagonizado por Gary Cooper. Sin embargo, es una película independiente que transcurre en los años 70 con el título de En un lugar sin ley (2013) y que dirige David Lowery en su primera colaboración con Casey Affleck. Otra muestra: una historia sobre los robos a bancos que cometen un ex-convicto y su hermano en Texas para poder salvar la granja familiar y cómo son perseguidos por un veterano ranger podría haberse ambientado perfectamente a finales del siglo XIX, pero es la historia que cuenta Comanchería (2016), que trascurre en pleno siglo XXI tras la crisis financiera del 2008. También se podría ambientar a principios del siglo XX la historia de una mujer que se alía con un rastreador local para averiguar quién mató a una joven en una reserva de nativos americanos de Wyoming, pero si en lugar de caballos pones motos de nieve y la joven es agente del FBI tenemos Wind River (2017).


Casualmente estas dos últimas películas están escritas por el mismo guionista, Taylor Sheridan, que también se puso tras las cámaras en la segunda de ellas. Pero mientras la primera de ellas estuvo nominada a cuatro Óscar —una de ellas para Jeff Bridges, cuya anterior nominación había sido la ya comentada Valor de ley—, la segunda no llegó a estrenarse en España pese a ser premiada en el Festival de Cannes y recaudar más que Comanchería en Estados Unidos. Misterios de la distribución.

Otro punto en común de ambas películas es que ambas cuentan con una banda sonora compuesta por Nick Cave and Warren Ellis, pareja de rockeros que han puesto música a algunos de los westerns más importantes del siglo XXI como La propuesta (2005) y El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (2007), con lo que se les podría considerar como los compositores más importantes del western contemporáneo. Lo que poca gente sabe es que tienen una quinta banda sonora vinculada con el western que es Lejos de los hombres (2014), película francesa basada en un libro de Albert Camus que tiene todas las características del género pese a transcurrir en Argelia durante el inicio de su guerra de independencia en 1954.

También a mediados del siglo XX nos encontramos dos westerns patrios ambientados en la postguerra española, Intemperie (2019) y Sordo (2018). La primera es la cuarta película del siempre interesante Benito Zambrano, que cuenta la historia de un niño que huye del cacique de un pueblo a través de las áridas tierras del sur de España gracias a la ayuda de un ex-soldado que luchó en Marruecos, papel interpretado por Luis Tosar. Pese a que la cinta trasladara con mucha eficacia las características del género a este periodo de la historia y fuera una fiel adaptación de una novela premiada en multitud de países, recibió tibias críticas y fue la película peor recibida del director sevillano, lo que no impidió que fuera nominada a cinco Goyas, entre ellos el de mejor película. Mucho peor le fue al segundo título mencionado, Sordo, que abraza el tono pulp del cómic que adapta para contar la historia de un maqui que huye del ejército franquista y que seguramente haría las delicias del Tarantino más lúdico.

Y aprovecho que sale a la palestra una adaptación de cómic para viajar al futuro y hablar de uno de los personajes más famosos de las viñetas: Lobezno. Y es que el superhéroe con garras de adamantium del que se despidió Hugh Jackman con Logan (2017) tiene un final digno de un protagonista del western crespuscular: aislado, renegando de su pasado, cansado... pero que muy a su pesar ayuda a alguien desprotegido cuando necesita su ayuda. Y es que las comparaciones de una cinta de superhéroes tan adulta como ésta con el género que nos ocupa no es gratuita ya que toma como gran referencia el clásico Raíces profundas (1953), del que no toma únicamente su argumento, sino que también la muestra en una televisión durante la película y se apropia de su discurso final palabra por palabra.

Y es que, pese a que Logan se sitúe en 2029, es sencillo proyectar las temáticas y formas del cine del Oeste al futuro, sobre todo cuando el ambiente es tan desesperanzador como el que se respiraba a mediados del siglo XIX en los remotos poblados del Oeste Americano. Es lo que sucede en la indie Young Ones (2014), en la que una familia aislada vive en un páramo desértico tras una gran sequía que asola Estados Unidos en un futuro próximo. Película que tuvo poca repercusión pese a combinar con bastante ingenio un mundo futurista con el cine del Oeste en un guion que fue premiado en Sitges y que cuenta con caras conocidas como Michael Shannon, Nicholas Hoult, Elle Fanning y Kodi Smit-McPhee —que casualmente también protagoniza la ya comentada Slow West—.

También en un agónico pueblo que sufre escasez de agua se sitúa Bacurau (2019), película brasileña que se llevó el Premio del Jurado en Cannes, múltiples premios en el festival de Sitges y fue elegida por Barack Obama como una de sus peliculas favoritas del año. En ella se narra cómo los habitantes de dicho pueblo, que podría ser perfectamente el famoso Macondo de Gabriel García Márquez, sufren en un futuro cercano la amenaza de que unos extraños les hagan desaparecer del mapa. Con claras influencias del cine de John Carpenter —del que siempre se ha dicho que muchas de sus películas eran western encubiertos—, la película mezcla la típica historia del cine del Oeste en el que un pueblo se une para luchar contra la amenaza exterior con toques de ciencia ficción y un poco de gore.


Estos serían los títulos más importantes, pero por supuesto hay muchas más películas que toman referencias del western, sobre todo australianas. Títulos como El cazador (The Rover) (2014), película post-apocaliptica con Guy Pearce y Robert Pattinson; La modista (The Dressmaker) (2015), comedia protagonizada por Kate Winslet ambientada en la Austrila de los años 50, Mystery Road (2013), cinta policiaca protagonizada por un detective de raíces indígenas que cuenta con una secuela, Goldstone (2016), o Red Hill (2010), un violento thriller contemporáneo presentado fuera de concurso en la Berlinale. 

Además del país austral otras películas de neo-western que se han podido ver durante la década son Desierto (2015), thriller mexicano dirigido por el hijo de Alfonso Cuarón y protagonizado por Gael García Bernal; Frontera (2014), drama sobre la inmigración con Ed Harris y Michael Peña; Tierra de paprika (2013), drama francés con protagonista femenina que transcurre cerca de la frontera entre Irán, Iraq y Turquía; Dejad que los cadáveres se bronceen (2017), gamberro thriller de atracos belga con clara estética de spaghetti western; Marlina the Murderer in Four Acts (2017), thriller de venganza indonesio; Five Fingers for Marseilles (2017), melodrama sudafricano poco conocido; No Man's Land (2013), película de aventuras china presentada en el Festival de Berlín; Pariente (2016), película colombiana muy reconocido en su país; Sonora (2018), drama sobre la huida de unos mexicanos cuando Estados Unidos cerró las fronteras en los años 30 o Bald Mountain (2013), thriller ambientado en la fiebre del oro que asoló Brasil en los años 80.

Vista la gran cantidad de títulos producidos —muchos más que de superhéroes— nadie puede decir que el western es un género en decadencia.


25 títulos básicos del western de la década 2010-2019

Y para no cambiar nuestras costumbres, aquí tenéis disponible una selección de películas del Oeste realizada a lo largo de estos 10 años, que permiten hacerse una idea de lo que ha dado de sí el género en todas sus variantes. Al final de la misma tenéis un enlace a filmaffinity con todos estos títulos y un puñado más en caso de que os hayan parecido pocos.

Meek's Cutoff (2010)
Valor de ley (2010)
Rango (2011)
Blackthorn. Sin destino (2011)
Django desencadenado (2012)
El Llanero Solitario (2013)
Deuda de honor (2014)
Young Ones (2014)
Los odiosos ocho (2015)
Bone Tomahawk (2015)
Slow West (2015)
El renacido (2015)
Comanchería (2016)
Los siete magníficos (2016)
Brimstone. La hija del predicador (2016)
Hostiles (2017)
Wind River (2017)
Logan (2017)
La mujer que camina delante (2017)
Los hermanos Sisters (2018)
La balada de Buster Scruggs (2018)
The Nightingale (2018)
Bacurau (2019)
Intemperie (2019)
First Cow (2019)




--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Tras este interesante repaso a un género que suele mirar al pasado miraremos al futuro con un repaso a lo más granado de la ciencia-ficción de la década. Mientras tanto, podéis ir completando la lectura de este especial con las anteriores entradas que encontraréis indexadas en el siguiente enlace.






Publicar un comentario

0 Comentarios