Tras hablar del género más rentable —el terror— y de uno de los más taquilleros —la animación— pasamos a uno de los géneros cinematográficos más maltratados desde su declive en los años 80: el western. Y es que desde que los años dorados del género terminaran en los 60 y las renovaciones como el spaguetti-western se agotaran en los 70, el cine de vaqueros había sufrido durante los últimos tiempos una larga travesía en el desierto en el que solo títulos puntuales como El jinete pálido (1985), Bailando con lobos (1990), Sin perdón (1992), Maverick (1994) o El tren de las 3:10 (2007) habían triunfado entre el público y la crítica.
Sin embargo, durante esta década, a pesar de seguir siendo un género al que le cuesta ser rentable, ha ofrecido un puñado de títulos destacables que han triunfado en taquilla. Estos éxitos, sumados a pequeños títulos que los fieles aficionados al género defienden a muerte, ha dejado una cosecha de películas durante la década que dejan de manifiesto que al western todavía le quedan muchas balas en la recámara.
Por un buen botín
Una buena muestra del pequeño renacer que tuvo el género durante estos años se puede encontrar a inicios de la década con el estreno de Valor de ley (2010), una nueva adaptación de una novela que había sido llevada al cine en 1969 con John Wayne de protagonista. Esta cinta de tintes clásicos protagonizada por Jeff Bridges se convirtió en el título más taquillero de los hermanos Coen y el segundo western más taquillero de la historia tras Bailando con lobos. Además del sorprendente éxito de taquilla, la historia de una niña que contrata a un pistolero para vengar la matanza de su padre tuvo 10 nominaciones a los Óscar, entre ellas a mejor película, pese a que finalmente tuviera que volverse a casa de vacío.El éxito económico de la película de los Coen fue solo un anticipo del taquillazo que supondría Django desencadenado (2012) años después, que a día de hoy es la película de Quentin Tarantino más taquillera. Esta carta de amor a un género que Tarantino idolatra volvía a contar con la presencia del actor germano-austriaco Christoph Waltz tras Malditos Bastardos (2009) y, como en aquella, volvía a retorcer la historia para moldearla a su gusto. Tan bien le fue a Quentin Tarantino con dicha cinta que repetiría en el western pocos años después con Los odiosos ocho (2015), donde volvería a llevar el género a su terreno pero mezclándolo en esta ocasión con una trama de intriga, encerrando a varios personajes en un espacio pequeño como en su ópera prima Reservoir Dogs (1992).Ocultos en las montañas
Deadwood fue una de las series más prestigiosas de la famosa cadena por cable al mostrar la dura vida de una ciudad fronteriza en la época de la fiebre del oro. Con un plantel de icónicos personajes —tanto reales como ficticios— que estaban comandados por el dueño del burdel Al Swearengen, la serie fue aclamada durante tres temporadas por críticos y miles de seguidores hasta que en el año 2006 fuera cancelada por HBO debido a su alto coste. Sin final, durante años se esperó un cierre para tan carismáticos personajes; pero tuvieron que pasar 13 hasta que se estrenara Deadwood: La película (2019), que dio un digno final a una historia que cualquier aficionado al western debería ver.
Aunque la película que cerró la producción de HBO pasó desapercibida para todos aquellos que no habían seguido la serie, no mejor suerte corrieron dos grandes películas del género que no llegaron a distribuirse en cines en España y que pasaron directamente a plataformas de streaming. La primera de ellas es Bone Tomahawk (2015), la ópera prima de S. Craig Zahler, un escritor de novelas pulp que llevó a la gran pantalla la cruda historia de cuatro pistoleros que parten en la búsqueda de la mujer secuestrada de uno de ellos. Con algunas de las escenas más violentas que se han podido ver en un western, la película se llega a emparentar con el terror en algunos puntos, motivo por el que se ha terminado convirtiendo en todo un título de culto.
Más clásica es El valle de la venganza (2016) que pese a ser el único western que ha producido la famosa productora Blumhouse, no fue capaz de ofrecer una refrescante renovación del género tal y como suele hacer en el cine de terror. Aún así, es una cinta correcta que ofrece uno de los mejores papeles que ha tenido durante la década un actor en decadencia como John Travolta y que permitió estrenarse en el género a Ethan Hawke poco antes de aparecer en la ya mencionada Los siete magníficos. Y parece que al actor texano le gustó la experiencia porque volvería a enfundarse los revólveres pocos años después para protagonizar Sin piedad (2019), donde daba vida al famoso sheriff Pat Garret en el momento de enfrentarse al mítico forajido Billy el Niño.
El salvaje Oeste también es para mujeres
El Oeste está en todas las direcciones
El Neo-western
El periodo histórico en el que se ubica el cine western se inicia cuando los colonos europeos comenzaron a crear asentamientos en Estados Unidos a principios del siglo XVII y se extiende hasta principios del siglo XX. Sin embargo, y concretando fechas, la mayoría de las películas que tenemos asociadas al género se suelen ambientar en la época comprendida entre el fin de la guerra de Secesión (1865) y la incorporación de los últimos territorios a los EEUU (1912).Pero al igual que hemos visto que existen películas del Oeste ambientadas en otras regiones del planeta, la larga sombra del western también se ha extendido hasta épocas mucho más actuales e, incluso, ha sido proyectada al futuro. Y es que la influencia de un género capital del cine como es el western puede impregnar tanto en el fondo como en las formas de producciones actuales, ya sea por las temáticas a tratar o bien por la estética y ambientaciones de las películas.
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